JOSÉ LUIS CANTÓN PATERNA
Sentado en la cocina de una casa
ajena, aunque pague el alquiler,
escuchando cómo suena la mañana
y bebiéndome a sorbos mis dilemas;
rendido ante el azul, que en una esquina
de la puerta de cristal rompe el hastío,
y anhelando la verdad que hay en las cosas
que llenan los espacios con silencios;
pensando en la rutina de mis días,
mirando el cuadro blanco en la pantalla,
que imita —todo imita― el papel muerto;
sufriendo por la angustia de ser hombre,
o no ya de ser hombre hombre,
de ser en mi mundo de
personal laboral cualificado con experiencia en el ámbito del consumo literario;
intentando pensar, por ver si es cierto
que por ello simplemente ya se existe,
escuchando el zumbido de una mosca
sin preocupación, sin pena y sin temores,
entraste tú
y todo se resolvió por un instante.