MARÍA DEL CARMEN MACEDO ODILÓN
Para los aficionados a Carver, el apodo de “El Chejov americano” es más que adecuado para el maestro del realismo sucio, poeta minimalista, retratista del american way y creador de relatos cortos donde las emociones humanas llegan al límite en el escenario más anodino; donde no pasa nada y al mismo tiempo pasa todo. Así es Tres rosas amarillas, publicado en Inglaterra con el título Elephant and Other Stories por la editorial Collins Harvill, en Londres de 1988. Justo después de la muerte de su autor, Raymond Carver (1938-1988), hombre alcohólico, esposo infiel, escritor ajeno a la polémica que desencadenaría su editor Gordon Lish quien, tras la muerte del autor, aseguraría haber reescrito gran parte de los cuentos de Carver, personaje nombrado de forma póstuma como miembro de la Academy American y el Institute of Arts and Letters.
Culpable o no, es innegable que Carver era un escritor que en su particular estilo crudo, directo y breve, de oraciones casi crípticas, abordaba constantemente al amor como temática. Sin embargo, los siete cuentos que conforman este libro no se refieren al amor romántico e inalcanzable, por el cual vale la pena vivir cada día, sino de un amor doméstico que se termina tras años de matrimonio a través de una carta sin remitente: “Caballos en la niebla”, al de una madre obsesionada con controlar a su hijo con la excusa de una mudanza: “Cajas”, el de un hombre que afronta una pérdida del amor verdadero en brazos de su amante, “Menudo”, de exparejas que se odian: “Intimidad”, o de familias disfuncionales que no se lamentan por destruir a uno, con tal de tener dinero pese al desplome ajeno: “Elefante”. Los personajes de Carver reflejan esa tristeza norteamericana en una época que aún conserva en su memoria las cenizas de la posguerra. Sus protagonistas son hombres que podríamos considerar patéticos, clasemedieros que luchan en sus hogares tóxicos ante la monotonía de la rutina que los absorbe, supervivencia mediocre ante una vida que se deshoja cual rosa inmadura en medio de una tormenta inesperada. Además de los títulos antes mencionados, Tres rosas amarillas incluye el cuento “Quienquiera que hubiera dormido en esta cama”, excepcional y conmovedor relato que narra la noche en vela de un matrimonio, cuya paz es interrumpida por las insistentes llamadas de un número equivocado. Una cosa lleva a la otra a sus personajes, por ejemplo, la remembranza de sus exesposos. Intentan dormir, pero amanece, su sueño se ha arruinado entre pesadillas y temores, por lo que terminan hablando de la muerte, sin saber que, respecto a este tema nunca antes mencionado, sus puntos de vista son totalmente opuestos. Y el teléfono no deja de sonar. Finalmente, el cuento que da nombre al libro “Tres rosas amarillas”, último texto que Carver publicó en vida en 1987 bajo el título “Errand”: es un homenaje que describe los últimos días de Antón Chéjov, con quien se le comparó por su dominio de la tensión en las escenas que emulaban a la realidad, pero en un contexto norteamericano. El célebre cuentista ruso enferma de tuberculosis y se retira a morir bajo la amorosa vigilia de su esposa.
El lenguaje de los cuentos de Carver es directo, hasta puede parecer sencillo, pero ahí radica su genio minimalista. Es frío, agridulce en ocasiones y la mayoría de veces sombrío: como reflejo mismo de la complejidad humana que se oculta detrás de un gesto estoico que, sin saberlo, es nocivo para el humano que grita desde dentro esa nociva necesidad de amar. La prosa carveriana peca de sobria y hasta cierto punto desesperanzadora, sus finales son inesperados y llenan al lector de incertidumbre, sumido en el símil de experiencias de personajes que son absolutamente reales, sin máscaras ni sentimentalismos artificiales. Un libro cautivador, solitario y doloroso, propio de “El Chéjov americano”.
María del Carmen Macedo Odilón (México) es bibliotecóloga, estudiante de Lengua y literatura hispánicas y Creación literaria. Diseñadora emergente, activista huidiza y amante de los gatitos, loca por el orden y por dormir en las tardes.