VÍCTOR ARGÜELLES
Removerse es buscarse abajo
no en pliegues de corteza artificial
sino en vísceras constreñidas
al dolor interno.
La piel tiene la cualidad de ser la noche más blanda,
áspera a los dedos que surcan llagas,
territorios de piel desnuda, abandonada.
En su vacío se prolonga y se repite,
por cada orla de aire que se desteje del espacio,
mil silencios buscan la punta del sonido,
en señales que se encajen a las nubes.
Rebaño de sonidos, dispersos son:
origen, punto, inicial de muerte…
Mi impaciencia crece lento de saberte incierto,
a grandes distancias del oído
obediente a dictados de tu lengua extraña.
La piel que escondes,
se aproxima al punto donde el polvo es olvido,
recuerdo de una llama trenzada
a grises humos de espera en el patio.
El venir hasta ti me hace ser: ola preñada por lo imposible,
punto suspendido en la horma del viento,
cáscara de amargas conjeturas,
nido y oquedad.