ARMANDO ALANÍS
El orador
Para no aburrir a su auditorio el orador solía ser parco en sus discursos.
—Seré breve ―dijo esa noche, una vez más.
Y una vez más cumplió.
Pero ella, dejada de lado en el amplio colchón, no quedó satisfecha.
Una cuestión importante
—¡Adentro, mi amor, más adentro! ―suplicaba ella.
Pero él ya no tenía nada más que meter.
Así comprobó, amargamente, que el tamaño sí importaba.
Consentimiento postergado
—Primita, ¿puedo metértela?
—Claro que sí, primito, pero no ahora… dentro de unos quince años.
En el ataúd
El ataúd se agita; crujen sus maderas enmohecidas. Luego de un buen rato se queda quieto. Vuelve el silencio. Los amantes suicidas se felicitan, una vez más, de que sus parientes hayan decidido enterrarlos juntos.
Invitación
El deseo, como un grillo, brincó en un instante de su corazón a su sexo. La mujer, desnuda y de una belleza incomparable, lo llamaba en silencio. “Gózame”, decían sin hablar sus labios entreabiertos.
En seguida, el viento hizo su trabajo y en el sarcófago abierto no quedaron más que unas cuantas partículas de polvo.
El joven arqueólogo se sintió más solo que nunca.
Vida contemplativa
—Me dedico a la vida contemplativa —dijo el filósofo a sus discípulos, cuando la mesera, en minifalda, se inclinó para dejar unas cervezas en la mesa contigua.
Suma
Dos más dos son swingers.
Rima
De la cuna a la sepultura: calentura.
Nerudiano
Confieso que he cogido.
Vestida con su propia piel
La vi vestida con su propia piel. Sin artes ni pulseras ni dijes. Sin un gramo de pintura. Nunca había estado más bella.
Eva a Adán, quien quiere hacerlo con violencia
Adán: a la mala, ¡nada!
Suicida
Feliz y confiado, me arrojé al oscuro pozo de tu sexo.
Salomónico
Discutían en la cantina si Lola era o no puta.
—Puta, en definitiva, no es —dijo Chon a sus amigos en tono conciliador. —Pero medio puta, sí.
Doble sorpresa
—Al fin solos —dijo él, y cerró la puerta.∫
Amenazador, le mostraba sus largos colmillos.
—Solo estarás tú —dijo ella, y desapareció.
Curso rápido de historia universal
Después de tantos siglos otra vez estaban solos en el mundo Adán y Eva. Se miraron, se desearon. El final era el comienzo.