ALONDRA BERBER
Padre me sigue con las pupilas
como si quisiera romperme la boca
y el amor no lo dejara.
Rasga el tatuaje de flor en mi mano
de paquete de galletas
–hablando de drogas–
y podría colgarme de cabeza
por sonreír a un texano.
Me refugio con Jaime y Don César
que son muy amables
y dicen por si acaso
que no haga enojar a papá
y que él me quiere.
Padre repite que la gente afuera es mala,
que rasgan los dibujos y las flores
como si fuesen el tiempo,
que rasgan los dibujos y las flores.
Los dibujos y las flores.
Desde los huequitos de la celosía
trazo con mis iris
todas
las líneas
de la calle
en la que no puedo caminar sola.