JAVIER GONZÁLEZ CÁRDENAS
Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. Epístola de Santiago 1:15
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Es difícil hablar de la muerte cuando un grupo de profesionistas perece en su misión. Ninguno de ellos tenía familia, como muchos otros que perdieron la suya en la Guerra Cero. Su misión era reparar el satélite Rur y reactivar la comunicación entre Fénix y los sectores más cercanos. El trayecto era de un año, aproximadamente, y el Consejo de Ciencia temía que los expedicionarios aterrizaran en Extra para servirse de prostitutas y deleites virtuales. Como se sabe, Extra es el planeta artificial más cercano a nuestro satélite, uno de los más hospitalarios y peligrosos.
Un viaje tan largo puede hacer que un hombre pierda la cordura, por eso era necesario que los tripulantes llevaran androides sexuales a bordo de la nave.
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El sexo viene en una variedad de modelos atractivos para damas y caballeros. No te conformes con una sola pareja si puedes tener varias. Los diseños de los androides reproducen los cuerpos más esculturales y los rostros más bellos de la farándula. Gracias a la perfección física de los androides tus coitos alcanzarán dimensiones estelares.
El Capitán Strogoff escuchó el timbre del altavoz y oprimió el botón del micrófono:
—Aquí el Capitán. Adelante.
—Capitán —afirmó la voz—, la tripulación sabe que mañana pasaremos por Extra y…
—De ninguna manera —interrumpió Strogoff—, no aterrizaremos en Extra. La probabilidad de contagio es de 90%.
—No es eso, Capitán —continuó la voz—, los compañeros quieren organizar una fiesta con sus muñecas. Es buena idea: así no habrá tentación de acudir al planeta artificial. Usted también está invitado. Puede traer a su edecán.
—Acepto. Diga al cocinero que en el sótano hay una caja de vino de Burdeos. Celebraremos como Dios manda.
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Strogoff era un hombre de ciencia y, a su vez, un individuo espiritual, un hombre de intachable convicción moral. Tenía prohibido aterrizar en Extra para evitar el contagio de algún virus. Estaba consciente de que Extra es un foco de infecciones que se transmiten por aire, por contacto físico y a través de señales de audio y video. Conocía muy bien los casos de personas y androides que padecieron un contagio de nivel 1, solo por exponerse a los monitores publicitarios de algunas aldeas.
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Los androides sexuales poseen una naturalidad inigualable. Se mueven como seres humanos y están programados para gemir y emitir frases que encenderán tu pasión en poco tiempo.
La música y la algarabía reventaron la sala de juntas de la nave. Las muñecas vestían prendas diminutas que invocaban antojos musculares. Algunas exhibían exquisitos brotes de carne, prestos a caldearse en las ascuas libidinales de la tripulación. El Capitán Strogoff llegó tarde, como era su costumbre, acompañado por una pelirroja de baja estatura y rasgos orientales. El olor a látex y tejidos reconstruidos era recibido por los expedicionarios como una terapia aromática. Todos brindaron a la salud de Strogoff y en honor de la orgía que ansiaban protagonizar. Un monitor gigante cubría la pared más amplia de la sala y reproducía lo que captaban las cámaras de la nave: la forma triangular del planeta Extra.
Las bebidas pasaron de mano en mano. La música orilló a los presentes a bailar e intercambiar parejas en forma indiscriminada. Más tarde, los androides sexuales tomaron la iniciativa y masturbaron a los tripulantes. Pronto se enredaron en distintas posiciones y la bacanal empezó a desarrollarse con un ritmo peculiar. Por la vehemencia con la que se trenzaban las parejas, parecía que eran los androides quienes penetraban a sus usuarios. El Capitán Strogoff recordó un versículo de la Biblia que desbordó su apetito sexual: Por esto los entregó Dios a los deseos de su corazón, a la impureza con que deshonran sus propios cuerpos (Romanos 1:24). Strogoff fue el primero en sugerir que fornicaran en tríos y, luego, en grupos de cuatro.
El cocinero fue hacia el Capitán con una copa en la mano, seguido por una mujer oscura, de senos puntiagudos.
—Si le gusta mi muñeca podemos hacer el intercambio, Capitán —afirmó el cocinero—, a mí me gustaría meterle mano a la suya.
—De acuerdo —consintió Strogoff—, pero me llevaré a la tuya a una habitación.
Strogoff buscaba aislarse para desplegar su fantasía: serle infiel a su muñeca oriental. Mordisqueó otra frase de la Biblia, mentalmente, cuando contemplaba el trasero abombado de la muñeca oscura: No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale (Proverbios 6:25-26). La mulata tomó su mano y entraron en el dormitorio. Se enredaron en varias posiciones y, en algún momento, la mulata gimió estruendosamente, fuera de sí, como si llegara al orgasmo.
—Eres como una mujer —profirió la mulata—, inagotable.
Strogoff salió del dormitorio cuando la música había cesado. Aún se escuchaban gemidos largos, palmadas lascivas y trémulos alientos. Al entrar en la sala de juntas vio a sus tripulantes fornicando entre ellos, mientras eran observados por las muñecas. El desacato de sus cuerpos se recortaba contra el monitor que reproducía la imagen de Extra. Asombrado, el Capitán se dirigió al baño, abrió una llave del lavabo y metió la cara en el torrente en busca de una ablución redentora. Regresó al dormitorio, donde encontró a la mulata despatarrada sobre la cama, masturbándose con violencia.
Su diseño es amigable e incluye rostros y órganos intercambiables para que nunca te aburras y, si te aburres, puedes inscribirte al Club de Androides Sexuales, así podrás compartir fiestas con otros miembros e intercambiar accesorios para hacer de tu celebración una orgía inolvidable.
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Organizaron una fiesta. Cualquiera hubiera hecho lo mismo y nada malo habría sucedido. Lamento la muerte de nuestro mentor, el Capitán Strogoff. Su cuerpo fue hallado sobre uno de los androides. El cocinero, único sobreviviente de la nave, dijo que todos sintieron lo mismo durante la fiesta: unas enormes ganas de multiplicar y diversificar el acto sexual. Terminaron haciéndolo entre ellos. Pero no hay de qué avergonzarse, no eran ellos mismos, cuando menos no era su voluntad la que los guiaba. Si bien estamos aquí para recordar al Capitán y a su tripulación, es mi deber comunicarles que la muerte siempre trae malas noticias. La nave llegó con el virus incluido y, desde ayer, hemos sido aislados del resto de los sectores. Pronto empezaremos a diversificar nuestras prácticas sexuales y la muerte sobrevendrá de manera fulminante. Que Dios se apiade de nosotros. Jesús misericordioso, te rogamos que lleves paz y alivio a nuestro hermano caído, el Capitán Georg Strogoff, que viva contigo eternamente en tu verdad y en tu luz. Señor Todopoderoso, apiádate de nosotros, tus hijos, pues sabes que no nos guía una voluntad malsana, sino la indefensión total. Danos paz en nuestro dolor. Amén.
Se mueve provocativamente, baila para ti y crea una atmósfera sensual y estimulante. Además, te alienta a que se lo hagas como más te guste. Con los androides sexuales tu vida tendrá más vida que nunca. Satisfacción garantizada.