FERNANDO YACAMÁN NERI
Eran las seis y media de la tarde del último domingo de julio del 2012. Sobre mi escritorio tenía dos de las obras de José Dimayuga: Afectuosamente, su comadre y País de sensibles, y varias fichas bibliográficas sobre otros títulos de su autoría, por mencionar algunos: Una mujer de tantas, Hotel Pacífico y La forma exacta de percibir las cosas. Está última la dirigió y volvió a montar a mediados de este año. Cuando dieron las siete, prendí la web cam. Del otro lado se encontraba José Dimayuga en su tierra natal, Tierra Colorada, en el estado de Guerrero. Lucía relajado, detrás de él se veía un jardín, y comenzamos a charlar.
En 1992, con tu obra Afectuosamente, su comadre ganaste el Premio Nacional de Dramaturgia convocado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, ¿cuál fue tu experiencia al recibir el premio y creativamente cómo te encontrabas?
Cuando gané ese premio me dio mucha seguridad. Decidí asumir la dramaturgia con profesionalismo. Después, en 1995 con mi libro País de sensibles gané el Primer Lugar en el Concurso Nacional de Obras de Teatro, convocado por la Sociedad General de Escritores de México y la UNAM. La crítica publicó comentarios muy elogiosos de Afectuosamente; pero no de País de sensibles. Supongo que la razón estribaba en que la primera obra era una fábula sobre el amor, y la segunda, sobre los monstruos que puede parir nuestra linda familia mexicana. Después de leer las críticas adversas, decidí retirarme de la dramaturgia, dije que ya no volvería a escribir, me hicieron mucho daño los comentarios; pero la vocación es más fuerte que la crítica y regresé a la dramaturgia dos años después.
¿Y qué hiciste en el tiempo que te retiraste?
Era maestro de secundaria y me dedicaba a mis clases. Dar clases tiene mucho de un montaje escénico. Ante el pizarrón sublimaba el deseo de hacer teatro. También vi cine, arte visual en general. Y, claro, seguí escribiendo mi diario. Todavía sigo siendo muy vulnerable.
Desde adolescente acostumbras a escribir en diarios, ¿qué haces con ellos?
Los guardo. Los tomo un tanto para ejercitar la mano, para que en el momento en el que tenga una idea para teatro o narrativa, no me sea difícil plasmarla en el papel. Disfruto escribir a mano. Algún tiempo hice el esfuerzo de capturar mis diarios, pero me dio flojera, mi vida me pareció sosa y desistí.
¿Lo que escribes en los diarios lo utilizas en tu trabajo literario?
Algunas veces. En mi novela ¿Y qué fue de Bonita Malacón? hay una parte donde utilicé el diario. Hay un capítulo en el que Bonita sube al yate de su novio para pasear por la bahía de Acapulco. La impresión que Bonita tiene ante la belleza de la bahía la copié de unas notas de mi diario. Otras veces, algunos pasajes de mi diario los elaboro, los hago crónica o comentarios sobre alguna peli que vi y los publico en mi blog.
¿Quiénes consideras que han sido tus maestros de vida?
Luis Zapata, con él tuve una relación de 14 años. Y nadie más. Soy una persona de pocos amigos.
¿Cómo era el proceso creativo cuando trabajaban juntos?
Hicimos obras de teatro, un guión de cine que nunca llegó a la pantalla, un documental sobre Angélica María. Luis dirigió una película basada en mi texto Afectuosamente, su comadre, con producción y actores acapulqueños. Él y yo éramos muy afines, los dos somos muy solitarios. En nuestra relación cada quién tenía su espacio y respetábamos mucho nuestras horas de trabajo. Nunca hubo problemas de rivalidad. Siempre nos tuvimos mucho respeto y brindamos mutuo apoyo.
¿Qué libro te gusta más de él?
El libro que más me gusta es En jirones, me gusta más que El vampiro de la colonia Roma. En jirones tiene una prosa más sólida y el tema te cala hasta los huesos.
¿Cómo ves el tratamiento actual que hacen los medios respecto a las personas gay, ya sea en la literatura, en cine y, en general, en los medios de comunicación?
La televisión mexicana está atrasadísima, no evoluciona; presenta al gay como se abordaba en el cine en los años setenta: el maricón escandaloso que habla con aspavientos como el que hacía Alfonso Zayas, por ejemplo. En el cine y la literatura es diferente, los personajes gay no son estereotípicos sino complejos. Por mencionar ejemplos: la película Quemar las naves y la novela Fruta verde, sus personajes y las tramas son complejas y no estereotipados como lo hacen en televisión.¿Cómo consigues lograr las atmósferas en tus textos?
Siempre parto de una imagen y del color del diálogo. El color del diálogo de los personajes me lleva automáticamente a la atmósfera. Cuando tengo el color ya tengo el ochenta por ciento de la obra en marcha. Lo demás ya será pan comido. Los mismos personajes me conducen a la conclusión del texto.
Entonces, ¿acostumbras realizar diagramas o escaletas antes de escribir una obra?
Actualmente sí hago escaleta. Mi trabajo se ha vuelto más racional.
¿Cuál de tus obras ha requerido más de tu atención para finalizarla?
Entre más viejo soy, me cuesta más trabajo finalizar mis obras; te exiges más, ya no eres tan espontáneo. La forma exacta de percibir las cosas la escribí y reescribí a lo largo de tres años. Tuve que dirigirla y montarla para deshacerme de ella y pasar a otra cosa. Inicialmente el texto contaba con noventa cuartillas y haberlo dirigido me permitió descubrir otros aspectos para hacerla más ágil, quité treinta cuartillas, fue muy bueno, porque sometí el texto a la acción. Me costó mucho trabajo, pero estoy contento con el resultado.
¿Te gusta tener contacto con los directores que montan tus obras o prefieres que ellos se encarguen de todo?
Prefiero que el director se encargue del trabajo, me gusta que me sorprenda la dirección. Casi no participo, salvo en una ocasión. Hace dos años montaron una obra mía en Guadalajara. Se trata de Una mujer de tantas. Me molestó que el director cambiara el final. Decidió matar al protagonista porque le cayó gordo. Mi comedia la volvió una tragedia. No estuve de acuerdo, lo discutimos y resucitó a mi personaje en funciones posteriores. Ha sido la única vez que alteraron de esa forma mi texto. Que yo sepa, claro; porque a veces no me entero dónde las montan. Hace poco una chava me mandó material de un montaje que realizó de Afectuosamente, en Puerto Vallarta. En Colombia montaron Las ordenes del corazón. No me invitaron. Tampoco recibí regalías.
¿Te molesta que ocurra de esta manera?
Me gusta y me interesa que mis textos estén en movimiento, que se monten. Me molesta que, si hay lana, no me toque nada. Los dramaturgos pagamos renta, luz, impuestos y, también, comemos.
¿Qué momento del día disfrutas particularmente?
A la hora de tomar mi té mañanero mientras escribo en mi diario, entre 9 y 10 de la mañana. Los momentos de lectura también los disfruto mucho.
En tu trabajo abordas la homosexualidad, tema que sigue causando controversia en un sector de la población. ¿Qué experiencias positivas o negativas has tenido al presentar tu trabajo?
Mi trabajo siempre me ha parecido muy inocente; pero a la gente luego le perturba, sobre todo en provincia. En el D.F. con los pocos montajes que he realizado, no me ha pasado así. En ocasiones mi trabajo puede parecer violento porque la familia no sale bien parada, como en Hotel Pacífico. Me gusta provocar, pero no ser vulgar.
¿De qué forma abordas tus textos dramáticos hacia la dirección?
Mis obras generalmente son para pocos actores y pensadas en que la producción no cueste tanto. Esta última obra que remonté, La forma exacta de percibir las cosas, la escribí para dos actores, que en este montaje interpretaron Enrique Caballero y Miguel Ángel Sotelo, dos actores acapulqueños muy profesionales. Después, una chica se integró al equipo de trabajo como mi asistente y pasaron cosas que no nos esperábamos. Nos compraron funciones en Taxco y Acapulco. Lo hicimos con tanto entusiasmo que todo salió bien. No hubo ningún problema, sólo el que te va exigiendo la misma obra durante el proceso: el trabajo actoral, encontrar el tono de la obra, la disciplina. Queremos remontar la obra en noviembre, la gente se divirtió mucho.
¿Cuál es tu percepción del movimiento gay en los últimos años, en México?
En el Distrito Federal percibo un ambiente de mayor libertad, las parejas gay-lésbicas se expresan su cariño públicamente. Cuando yo era veinteañero o treintañero eso no existía. Creo que ya se está derribando el gueto que predominaba en los años ochenta. Los bares son más abiertos, las universidades y hasta algunas familias. La gente ya se atreve a salir a la calle con una mano en la cintura y la otra agarrando a su novio.
Guerrero es como el D.F. en la época de los ochenta, cuando había discriminación y asesinatos por parte de homofóbos. Como creador, esto me da el coraje para hacer un cambio y tener más compromiso social.
¿Qué obras literarias y cinematográficas de temática gay te han impactado?
Son muchas; y no precisamente por su temática gay sino por su valor artístico en general. En cine: El lugar sin límites; Mauricio; Querelle; A contra corriente, La ley del deseo, La mala educación. En narrativa, todo lo de Luis Zapata; Las púberes canéforas, de José Joaquín Blanco; el octavo capítulo de Paradiso, de Lezama Lima; el cuarto libro de En busca del tiempo perdido, de Proust, Fruta verde, de Enrique Serna, y muchos más.
En tu trabajo artístico, ¿qué aspectos te interesa seguir abordando con respecto al tema gay?
En esta última obra La forma exacta de percibir las cosas trata sobre la relación de pareja y el rompimiento. El hecho de que los protagonistas sean gays es un pretexto, el tema es sobre los celos y éstos se dan en todas las relaciones humanas.
¿Cuál ha sido uno de los mejores viajes que has realizado?
Siempre digo que es el último viaje. Y los últimos fueron al estado de Sonora; me encantó ver el desierto y el mar juntos. También el viaje a Nueva York fue de los mejores viajes al extranjero.
Cuéntame, como te fue ahí, presentando tu obra Afectuosamente, su comadre.
Fui con compañeros escritores de la editorial Quimera, es el único viaje que he hecho por motivos de trabajo. Presentamos el libro en la Universidad de Nueva York y en la librería McNally. La mayoría de la audiencia era latina y dedicada a las letras. Hice amigos que aún conservo en Facebook.
¿Podrías resumir en una palabra tu trabajo artístico?
Disfrutar. Disfruto cuando escribo y ver a la gente que disfruta mi trabajo.
Si pudieras elegir una época, ¿en cual te hubiera gustado vivir?
Si me hubieras hecho esta pregunta hace veinte años, nos hubiéramos ido al siglo XIX o XVII en la época de sor Juana; pero ahora estoy muy a gusto con el tiempo en el que vivo. Gracias a la tecnología, uno puede transportarse a otras épocas. Hace veinte años yo no hubiera creído que podría ver imágenes y pelis antiguas con solo apachurrar un botón de la compu. Ya no soy tan romántico como antes. Tengo la mirada puesta aquí, en esta conversación, hacia adelante, pero no atrás.
¿Cuál es el proceso para terminar de escribir una obra?
Siempre me dedico a un solo proyecto. Nunca realizo tres cosas a la vez. La forma exacta de percibir las cosas es producto de una beca del FONCA y del Sistema Nacional de Creadores. En ese tiempo tuve que escribir diez textos cortos, pero esta última obra resultó más larga de lo que esperaba. Cada obra te marca un proceso de trabajo diferente, por ejemplo: Afectuosamente, su comadre la escribí en tres meses y esta última en tres años. Cada obra te exige diferente tiempo.
¿Con cuál de tus personajes te identificas más?
Creo que en todos los personajes hay algo de mí. Hay momentos en que puedo ser más de uno, dependiendo del momento… puedo ser la maestra Antonia… No sé, otras veces puedo ser violento. Soy todos.
¿Qué libros has releído?
El Quijote me gusta mucho, yo creo que lo he leído como cuatro o cinco veces, me divierte muchísimo, me ataco de la risa. Chéjov me gusta; y más como cuentista. Faulkner y su Luz de agosto me encanta.
En el momento de abandonar tu computadora, ¿necesitas librarte de lo que estabas creando o continuamente le das vuelta a la idea que tienes en mente?
Siempre que escribo me exige eso, dedicarme a un solo proyecto, no puedo estar haciendo tres o cuatro cosas a la vez. Envidio a aquellas personas que pueden hacer más cosas al mismo tiempo, bueno, las admiro, a mí no se me dio eso y hago una sola una cosa. Lento, poco y seguro.
¿Tienes obsesiones al hacer tu trabajo?
Tengo obsesión con los personajes que trabajo en mis obras. Me gustan las mujeres grandes, gordas y de carácter fuerte.
¿Tienes algún lugar y tiempo específico para escribir?
Últimamente escribo en el patio de mi casa que es muy silencioso, no puedo trabajar en lugares ruidosos. Hace tiempo podía trabajar en algún café o en la calle, pero dejé de hacerlo.
¿Cuál fue el último libro y película que consideras admirables?
Hace poco vi Expiación, deseo y pecado. Es una película inglesa basada en la novela del mismo nombre escrita por el inglés Ian McEwan. Me gustó mucho el guión, la dirección y las actuaciones. Se estrenó hace cinco años. Hace poco leí El hombre en su noche, una novela de Julien Green. No lo conocía. Ahora quiero leer todo lo de Green.
¿Qué palabra utilizas con más frecuencia?
“Ay” y “huy”
En todos estos años de tu trayectoria, ¿qué has descubierto y aprendido a través de tu escritura?
He aprendido que la literatura te hace más llevadera la vida. Y que lo mío, como escritor, es la dramaturgia, que me gusta mucho el teatro, lo disfruto y disfrutar lo que haces es lo más grande que hay en la vida.
Empezaba a caer la noche. Para entonces José ya no estaba en el patio, sino en una azotea. Nos despedimos, apagamos la web y de inmediato apareció en mi mente una postal del puerto de Acapulco.