RODRIGO VELÁZQUEZ SOLÓRZANO
Galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes por el duodécimo sultán de todas las Arabias e incondicional campeona infantil de la olimpiada mundial de matemáticas avanzadas donde el mínimo ejercicio correspondía a la ecuación para describir la expansión métrica del espacio, o sea, la ecuación de Friedmann, Zaida Amín ya tenía treinta y dos años bien cumplidos y deseaba tener una boda enorme y elegante en un hermoso jardín de Bagdad. Sólo que Adham creía haber nacido para ser un ferviente comunista, profesor de física en preparatoria y poeta árabe. Adham se ufanaba de haber leído y releído el que él consideraba el mejor libro del mundo: Los manuscritos económicos y filosóficos de Marx, y le respondía a Zaida que él no se quería casar, que este mundo era demasiado desigual para procrear hijos y que no tenía ninguna necesidad de hacer ningún evento frívolo y superficial para demostrarle nada a nadie. La quería, y esperaba que eso le bastara también a ella. Claro que esto no era así. Zaida en verdad deseaba una boda y estaba dispuesta a continuar esta discusión durante otros tres largos años hasta que Adham aceptara. Lo amaba y lo convencería para que se casara con ella. Por Alah que lo haría.