DAVID PUENTE MORALES
Arde, arde la lluvia
los ríos arden, el tiempo entero;
se arrasan las estepas de la noche,
se rompen los diques de esta dársena la vida,
y al hondo fuego cae todo para consumirse
en la incierta ceniza,
pues cómo se queman las palabras en esta la garganta
cuando se las calla
cuando se les tuerce el cuello
cuando se les muerde
cuando se les rompe el alma
Y qué difícil dar razones de uno mismo
y qué diablos nos importa
y qué diablos les importa
si quien arde es uno con las llamas
con los nombres
con los sueños ahogados por el aguardiente de la lluvia,
los labios arden solos
los días sólo arden
y cuánto se deflagra con los años
con anhelos ciegos y ciegos afanes
con la voz partida y desbocada
con las trazas dejadas por tanto y tanto desencuentro
y cuánto hoy se vive y se jode
y queda varado entre los escombros
de la casa que fuimos
del fuego que nos brotó en las espaldas
del fuego que ardía tras nuestros ojos
del fuego de nuestras antiguas palabras
de sus inalcanzables llamas
de sus llamas que todo lo quemaban
hasta el silencio
¿de la pira que era la muerte verdadera,
del fuego, del fuego que arde
qué queda?
Arde la lluvia, arde
los ríos arden, el tiempo entero,
se arrasan las estepas de la noche.
David Puente Morales (Ciudad de México, 1976) estudió la carrera de Lengua y Literatura en la entonces Escuela Nacional de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Impartió clases en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Labora en el Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México, plantel Cuajimalpa.