Fundadora de la licenciatura de Creación Literaria de la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Licenciatura en Creación Literaria
http://uacm.edu.mx
En México, en las últimas décadas, han surgido muchos programas de escritura. Esto a pesar de que hay quienes creen, escritores incluidos, que no se puede enseñar a escribir. Así, podemos hablar de dos grandes corrientes de la enseñanza de la creación literaria: a) la que privilegia el impulso de la creatividad en los autores, para que ellos mismos observen si sus textos funcionan o no; y, b) la que privilegia el análisis de las reglas generales de la composición y de estructura de cada rama literaria y cuyas críticas a los textos de los alumnos se ajustan a estos criterios. Por ello, le preguntamos:
Por supuesto que podemos enseñar a escribir, así como a leer. Todos los niños, desde su primera infancia, se inician en el aprendizaje de la escritura y en el desarrollo de su imaginación creativa, no solo literaria, sino musical, física y plástica; y los adultos estimulamos o reprimimos esas inclinaciones. Bien decía Borges que “la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”. Lo que no entiendo es por qué mucha gente piensa que sí se puede enseñar a bailar o a componer canciones y no a componer cuentos o poemas. El aprendizaje de la escritura, así como el de cualquier disciplina artística, es lento y conlleva muchos años de ejercicio y estudio, y hasta los escritores consagrados siguen aprendiendo con cada libro que leen y escriben.
Algunos escritores fuimos afortunados y tuvimos quien dirigiera nuestros sueños desde pequeños, como yo, que tuve un padre compositor que me orientó y estimuló desde niña en la lectura, creación y autocrítica; otros tuvieron que esperar a que se abrieran los talleres literarios para poder tener un director con quién discutir y analizar sus textos literarios; otros adquirieron técnicas y herramientas a partir de lecturas autodirigidas y mediante la discusión con amigos y colegas; pero todos, de alguna manera, nos hemos formado en el estudio y la disciplina, ya sea escolarizada o autodidacta, confrontando nuestras posturas y lineamientos estéticos y formales con lo que han escrito al respecto otros escritores o declarado en sus cursos o entrevistas.
Definitivamente, yo sí creo que se puede enseñar a escribir; por algo trabajo desde hace más de 35 años en la enseñanza de la escritura.
Los dos métodos tienen ventajas y desventajas. Todo depende del maestro y del alumno. Hay quienes no se ajustan al primero y hay quienes al segundo. Creo que cada quien debe elegir el método que mejor le funciona en relación con sus intereses personales y métodos de aprendizaje. Yo estoy convencida de que cualquier método es bueno, mientras te dé un método de trabajo.
Me parece excelente. Los rarísimos talleres de poesía y cuento de los años sesenta y setenta eran informales y conducidos por profesores improvisados; no formaban parte de un programa, por lo que no había un pago para el profesor ni becas para los talleristas, y generalmente se limitaban al “me gusta”, “no me gusta”, “eres pésimo”, “dedícate a otra cosa” o “eres maravilloso”, dependiendo de si eras amigo o no del profesor. Por lo general, los talleres eran grupos de poder tipo Club de Toby, y se prestaban a los ataques personales por la falta de método. Era raro el maestro o el tallerista que te decía por qué tu cuento era bueno o malo, mucho menos cómo convertir un mal cuento o un mal poema en uno bueno. Y si no eras recomendado por uno de los integrantes del grupo, imposible asistir porque te comían vivo.
De los años noventa para acá, han proliferado los talleres literarios en toda la República mexicana, para aprender tanto a escribir como a leer. Creo que es maravilloso que los niños y adolescentes puedan entrar en un programa artístico de creación literaria y empiecen a desarrollar su imaginación y habilidades escriturales desde pequeños, sin tener que esperar a descubrir el hilo negro después de muchos años de práctica y estudio. Porque, contrariamente a lo que muchos piensan, los escritores tenemos que estudiar, investigar y documentarnos para escribir, y también tenemos que hacer trabajo de campo como lo hace cualquier periodista o investigador. Y, sobre todo, hay que leer mucho, ¡muchísimo!, y ver cine y series de televisión, para observar cómo le hacen otros escritores para crear personajes y resolver conflictos.
La Licenciatura en Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) nace en agosto del 2001, cuando Françesca Gargallo y otros escritores, entre ellos, Carmen Ros, Teresa Dey, Daniel Sada y una servidora, nos abocamos a la tarea de investigar en todas las universidades sobre los programas de estudio que tenían de escritura creativa, para poder justificar y diseñar la primera licenciatura para la formación profesional de escritores en el mundo de habla hispana. En México, tradicionalmente, los escritores nos hemos formado de manera autodidacta o cursando talleres sin valor curricular, por lo que tenemos que ganarnos la vida realizando otras tareas que no nos permiten dedicarnos a escribir de tiempo completo, ya sea impartiendo cursos mal pagados por no contar con un título universitario; ya trabajando de free lance para la industria editorial, corrigiendo estilo y revisando pruebas; ya escribiendo documentos y textos para políticos o funcionarios; ya presentando libros en las ferias de libros o centros culturales; etcétera. Lo anterior implica vivir en la inestabilidad laboral y económica, y sin garantías mínimas de servicios de salud.
Cuando la UACM abrió la licenciatura en creación literaria, en todo el mundo de habla hispana, solo existían talleres aislados de cuento, novela o poesía, principalmente, algunos diplomados, como el de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y dos maestrías (una en la Universidad de Texas y otra en Casa Lamm). En el caso de los talleres y los diplomados, no había ni hay requisitos académicos; pero en el caso de las dos maestrías tienes que haber cursado una licenciatura, la que sea: letras hispánicas, clásicas o modernas, medicina, derecho, química o ingeniería. ¡Da igual! Y generalmente se inscriben profesionistas frustrados que tuvieron que estudiar una carrera universitaria para sobrevivir y complacer a su familia, mientras en sus ratos libres se encierran a escribir su novela o libro de poesía. Son famosos los escritores con carreras que no están relacionadas con la creación literaria: Issac Asimov es científico; el Dr. Atl era filósofo y vulcanólogo; Víctor Hugo Rascón Banda y Carlos Fuentes, abogados.
Porque una licenciatura, además de darte formación artística, histórica, teórica, y técnica, tiene valor curricular y te permite, no solo trabajar con un sueldo digno, sino cursar una maestría y hasta un doctorado si así lo deseas. Un egresado de creación literaria puede impartir cursos en una institución académica, en una institución cultural o un centro de investigación, como lo hace cualquier egresado de la Escuela Nacional de Música (ahora Facultad de Música) o de Danza, o puede, además, iniciar su propia empresa editorial, académica o cultural, como ya lo están haciendo algunos de nuestros alumnos y egresados.
El programa tiene una duración de nueve semestres y se ajusta a dos ciclos formativos: uno básico de tres semestres, y uno superior de seis semestres, en el que el estudiante se especializa. El ciclo superior está integrado por 40% de línea artística, es decir, de cursos téorico-prácticos de cuento, poesía, novela, guión, teatro, performance, literatura infantil, traducción y adaptación de textos; 40% de línea dura, es decir, historia de la literatura, teoría literaria y ciencias del lenguaje; así como 20% de destrezas profesionales que entrenan al estudiante en las labores relacionadas con la industria editorial, la formación y difusión de talleres literarios, y la promoción de escritores.
Todas las materias están orientadas a la creación, incluso las teóricas e históricas. Por ejemplo, las históricas te proporcionan conocimientos, estilos, herramientas de investigación y técnicas que te permiten escribir novelas de época (o cualquier tipo de textos) o adaptar obras antiguas y clásicas a los géneros modernos, como el guión de cine y televisión; las ciencias del lenguaje te permiten dominar la lengua escrita, que es con la que vas a trabajar tanto en la creación literaria como en la industria editorial.
El menú de materias es muy amplio y variado y se ajusta en función de los intereses personales y creativos de cada estudiante. Con la asesoría de un tutor, la o el estudiante crea su propia ruta curricular de acuerdo con sus intereses personales y se especializa en la línea que más le agrada y conviene. Para titularse, puede elegir entre escribir una novela, un guión cinematográfico o un libro de poesía, teatro, cuento, etc., el cual va acompañado de una poética, o, si lo prefiere, hacer una tesis tradicional en el área de la literatura o una tesina relacionada con un proyecto editorial.
Haber concluido la preparatoria, tener inclinaciones artísticas en el campo de la escritura, así como interés por la lectura y la investigación; ser curioso, propositivo y autogestivo.
En que es muy libre y abierto y que, realmente, se enfoca en el estudiante, ya que lo prepara de acuerdo con sus intereses e inclinaciones artísticas, gracias a que el menú de materias del plan de estudios no es hermético ni cerrado.
Los egresados escribirán obras de creación en las áreas de la narrativa, poesía, teatro, guión, etcétera, con conocimientos lingüísticos, teóricos e históricos que les permitan autocriticarse y corregirse; tendrán capacidad de síntesis y análisis; manejarán correcta y expeditamente la lengua escrita y oral; poseerán habilidad filológica y actitud crítica respecto a los fenómenos literarios, y estarán capacitados para realizar crítica literaria; así como ejercer la docencia en los niveles medio y medio superior, e impartir talleres de creación literaria. Asimismo, podrán vigilar la edición, contratación y publicación de libros y revistas literarias, académicas y culturales. Los egresados de la carrera podrán cursar posgrados en estudios literarios en cualquier institución académica.
Actualmente no tenemos una bolsa de trabajo, pero sí de instituciones y empresas en las que pueden hacer su servicio social, y, en muchos casos, cuando demuestran ser hábiles e interesados en su trabajo, son contratados.
Que lean mucho y se ejerciten en la práctica de la escritura. Ningún bailarín empezó parándose de puntitas y haciendo split; para ello, requirió de mucho entrenamiento, disciplina y una serie de ejercicios que le permitieran adquirir elasticidad, destrezas de movimiento, habilidades creativas y dominio del escenario. Asimismo, tuvo que ver cómo bailaban otros para adquirir técnicas y desarrollar su imaginación en relación con lo que ya han hecho otros para ver qué voy a hacer yo, ya sea para recrear o innovar. Lo mismo sucede con la escritura: hay que conocer la tradición, y eso solo se logra con lectura, investigación y estudio; hay que conocer y ejercitar las técnicas para adquirir dominio; hay que desarrollar la imaginación y confrontarla con la de nuestros antecesores para ver de qué manera me asemejo o diferencio de ellos.
También hay que ir a festivales literarios y escuchar lo que escriben mis contemporáneos, no solo para aprender, sino para saber qué se está haciendo en mi momento frente a lo que estoy haciendo yo. Desafortunadamente, no todo lo que se escribe en México se publica y no es fácil conseguir lo más nuevo o fresco en las librerías, pues tanto los editores como los libreros se preocupan más por difundir y vender lo que ya está probado y no se arriesgan a publicar lo más nuevo por temor al fracaso.
En fin, hay que estudiar y hacer muchos ejercicios y, como cualquier artista, en cada etapa de nuestro desarrollo, hay que mostrar nuestro trabajo, para que nos digan si vamos bien o mal, y eso solo se logra en la escuela, de cualquier tipo, así como en el ruedo.