PATRICIA OLIVER
Mi sombra no es sombra.
Es un laberinto gris
de piedra
que me sirve de espejo
para los momentos
en los que miro al hombre
y no me reconozco.
Mi sombra deja atrás las cenizas.
Crece en el destierro,
camina impar,
revela lo que esconde la noche —
visiones,
engendros,
neurosis—,
pero se abrevia
en la pupila del amante,
retrato a contraluz
de un sol que cae
clavándose en la hierba.
Mi sombra no es sombra:
es hembra,
es animal,
es humana.
* Inspirado en la pintura I Have No Shadow, de Kay Sage