ALEJANDRO ASTORGA
Hay una emanación
de rostros y fantasmas
allanándose un lugar
fuera de la luz,
espesa negrura que crece y
rechina los dientes
afilando flechas
de grito y hueso.
Descubrimos el goce perverso
el alivio del flagelo y la herida;
Cicatrices
una y
otra vez
abiertas.
Luciérnagas.
Antorchas en los ojos
para seguir a medianoche el rastro
hasta el hocico de la muerte
palpar su aliento y sus entrañas
Ignorar cualquier advertencia
y abrazar
el deseo mismo
en llamas.