Coordinadora del Departamento de Letras de Casa Lamm
Licenciatura en Literatura y Creación Literaria
Maestría en Apreciación y Creación Literaria
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En México, en las últimas décadas, han surgido muchos programas de escritura. Esto a pesar de que hay quienes creen, escritores incluidos, que no se puede enseñar a escribir. Así, podemos hablar de dos grandes corrientes de la enseñanza de la creación literaria: a) la que privilegia el impulso de la creatividad en los autores, para que ellos mismos observen si sus textos funcionan o no; y, b) la que privilegia el análisis de las reglas generales de la composición y de estructura de cada rama literaria y cuyas críticas a los textos de los alumnos se ajustan a estos criterios. Por ello, le preguntamos:
Hay tanto detractores como entusiastas del concepto. Y en el fondo lo que se pregunta es, ¿se puede enseñar a crear? Si pensamos que la creatividad depende del talento y la imaginación, quizá la respuesta sería que no. Pero ambos se despiertan y se estimulan con pláticas, ejemplos, intercambio. Por otro lado, lo que sí se puede enseñar es el oficio. Seguramente muchos escritores son autónomos, lo han aprendido a través de la intuición y la práctica; sin embargo, la experiencia, el conocimiento y sobre todo la mirada del otro aceleran y perfeccionan el proceso. El novelista Glenn Patterson hace un recuento de su experiencia en una de las primeras escuelas formales de escritura creativa, la de la Universidad de East Anglia, dirigida por Malcolm Bradbury. El primer día, Bradbury les dijo que el 95 por ciento de lo que iban a oír ahí no les serviría para nada; el éxito dependía de que pudieran identificar el cinco por ciento, el que verdaderamente importaba. Y simplemente hablaban, discutían el trabajo que cada uno llevaba; a través de esas sesiones no solo aprendían a reconocer la influencia de la subjetividad sino a adquirir una estética propia.
Mi experiencia, después de muchos años de impartir talleres, es que la semilla de la creatividad existe pero es importante estimularla y darle forma mediante el estudio.
Creo que lo ideal es una combinación de los dos; las reglas absolutas ya no existen en la escritura, pero hay ciertos parámetros estéticos y estructurales que son importantes y que me parece básico conocer para de ahí partir a la experimentación. La pintura abstracta de excelencia puede parecer espontánea, pero tiene atrás mucho estudio de volumen, color y contraste; desde luego de dibujo.
Creo que la tendencia general en todas las áreas del conocimiento es la tecnificación; si antes una licenciatura era suficiente, cada vez más se busca la maestría o el doctorado para calificar profesionalmente, y la escritura no es una excepción. Sin embargo, también se ha dado una inundación de publicaciones de muy poca calidad. Una vez entrevistamos a un aspirante a maestro que afirmó, “todo el mundo puede escribir una novela”. Mi pregunta fue, ¿debe?
Creo que un programa serio y profesional de creación literaria es muy provechoso; los talleres que proliferan indiscriminadamente sin un respaldo calificado solo alimentan vanas expectativas y saturan los estantes de las librerías con autopublicaciones.
Casa Lamm nació en 1993 como un centro de enseñanza y difusión de la cultura. En 1993 se funda el Centro de Escritores Juan José Arreola y, como extensión, en 1999 se abre la Maestría en Creación Literaria. Debido al interés que despertó un centro de estudios enfocado a la creación, se inaugura la Licenciatura en 2007.
La licenciatura es una carrera formal para jóvenes, o no tan jóvenes, que desean un reconocimiento oficial de sus estudios; la maestría se enfoca a profesionistas, en general de otras disciplinas, que en algún momento de su vida deciden incursionar en un área que siempre ha representado una aspiración no cumplida, o a personas que desean formalizar estudios. Cuando cualquiera de las dos se lleva en forma de diplomado es porque los alumnos no tienen el tiempo, o la necesidad, de obtener un título oficial y lo hacen por gusto; en el caso de la maestría, puede ser porque no cuentan con una constancia de licenciatura pero quieren, como dice Bioy Casares, “agregar un cuarto a la casa de la vida”.
La licenciatura consta de nueve semestres de horario completo por la tardes; la maestría, de dos años. El enfoque es muy distinto; la licenciatura abarca historia de la literatura desde los clásicos hasta el siglo XX, la maestría se especializa en los siglos XX y XXI.
La metodología está diseñada para cubrir tres áreas básicas: teoría, herramientas de la escritura y creación. La teoría implica el estudio de la historia de la literatura, desde los clásicos hasta los escritores contemporáneos, en el caso de la licenciatura. En el de la maestría, se hace énfasis en la obra contemporánea. El semestre pasado inauguramos un curso sobre la obra de escritores de hoy, es decir, autores vivos en plena producción, que se diseñó a base de conferencias coordinadas por un profesor, pero impartidas por especialistas de distintos campos de las letras.
Los cursos de herramientas de la escritura parten desde redacción y estilo hasta temas especializados como voces narrativas, y los talleres están dedicados a la producción individual.
En el caso de la Licenciatura, un título válido de preparatoria y un examen de ingreso. Para la maestría, un título válido de licenciatura y una entrevista. Para diplomado, una simple entrevista.
No conozco bien los programas de otras escuelas; creo que la carrera de Letras y Creación es relativamente nueva en México, ya que la mayoría de las universidades se enfoca en la investigación. Creo que nuestra propuesta, al conjugar el estudio de la literatura con un programa intenso de escritura y convertirlos en una carrera con validez oficial, es bastante novedosa.
El perfil ideal sería un escritor con habilidades profesionales: corrección de estilo, periodismo cultural, edición, guionismo, docencia. Las oportunidades laborales dependen mucho de la capacidad individual, tanto técnica como de relación. El área de la cultura no se distingue por ofrecer éxitos económicos espectaculares, sino por permitir la pasión y el entusiasmo en la rutina.
No existe una bolsa de trabajo en Casa Lamm: los alumnos cuentan con el apoyo de sus maestros cuando se presentan oportunidades.
Que lean mucho; todo escritor es, antes que nada, un gran lector. Que escriban mucho; nada sustituye a la disciplina y la terquedad. Que no tengan miedo de descartar lo que su sincera convicción les dice que no sirve. Que aprendan a oír la opinión de los demás con la suficiente humildad para reconocer cuando tienen razón. Que se rodeen de inteligentes colegas generosos, que se interesen honestamente en sus escritos y que sean a su vez generosos para analizar los escritos de los demás. No importa cuánta experiencia se haya acumulado, cuántas novelas, cuentos o ensayos se hayan publicado, la otra mirada es siempre vital.