JAVIER SANTOS BLANCO
—No podemos abandonarla, sola, en este bosque humbrío. —Asintieron todos cuando, al desperezarme, mi larga melena oscura se desparramó por mi hombro desnudo. Mudito tragó saliva ruidosamente.
Desde entonces yo correspondí a su gentileza preparándoles la comida, aseando el hogar, proporcionándoles digamos… esos pequeños placeres diarios de los que tan necesitados estaban. Pronto fueron ellos quienes se desvivían por tenerme satisfecha.
Cada mañana, Romántico me leía encendidos poemas, mientras Bonachón sonreía acurrucado en mi regazo a pesar del enfado de Gruñón quien aducía, con razón, que perturbaban mi descanso. No obstante, eran los continuos estornudos del Mocoso los que me sacaban realmente de mis casillas. Dormilón despertó diagnosticando que eran las flores que Mudito depositaba en mi lecho las que le producían esa alergia. Estalló una terrible trifulca. Únicamente Sabio pareció entrever mis auténticas intenciones; por ello fue el primero en morir. Y es que aquella casita era demasiado pequeña para compartirla con aquellos enanos contrahechos.
Javier Santos Blanco (Santander, España, 1964) es funcionario del estado. Es autor de las siguientes novelas: Hijos de los hombres (Edit. Atlantis, 2018); y Tierra de hidalgos (Ediciones Camelot, 2019). Finalista del VI premio de novela histórica Alexandre Dumas. Ha publicado relato, cuento infantil, poesía y microrrelato en diversas antologías y revistas tanto españolas como en la mexicana La sirena varada.