YADIRA OCEGUERA
Agosto 02, 2013
Desperté al mediodía. De inmediato sentí el malestar, la falta de aire; por tener que esperar ocho, diez, o más horas sin saber qué tocaría hacer por la noche, pero sabiéndolo. Recordé la noche anterior. Luego vinieron a mi mente algunas otras noches. Sentí asco. La cruda, que llega siempre, aún sin chupar, sin fumar, sin inhalar. Al atardecer empecé a prepararme para la chamba. Ya estaba más relajado, con un buen churro tuve. Limpié la herramienta, lo hice con mucho cuidado. Estaba muy sucia la herramienta, me tomó casi dos horas. Yo también estaba muy sucio, desarreglado. Me vi raro, me sentí raro. A lo mejor es la edad, o algo más. Últimamente pienso que es algo más, no sé si esté enfermo. Cuando miré mis manos, no las reconocí. No sólo han envejecido, tengo la sensación de que se están transformando, me recuerdan algo, pero no logro identificar qué.
Pues ya te digo pinche Gorgojo, le eché la última palada al agujero asqueroso donde quedó el pinche “Dandy” y luego luego se me escapó el llanto… El sudor que me escurría por la cara me ayudó a disimular esa puta tristeza mezclada con espanto, con rabia, con no sé qué que me revolvía el estómago y al mismo tiempo me llenaba el pecho… El pinche jefe me vio de reojo y creo que también chilló… Él no le hubiera confiado a nadie más este trabajo. Él apreciaba al Dandy a su manera. Yo apreciaba al Dandy también aunque se haya vuelto loco, y el jefe lo sabía.
Agosto 03, 2013
Hoy cuando desperté, me sentí de lo más extraño otra vez. El trabajito que me encargó el jefe estuvo fácil, no hice mucho más esfuerzo que el que se hace para apretar un pescuezo, y sin embargo me duele todo. Me metí a bañar para ver si no era puro apendejamiento, pero no. Me sentí el cuerpo diferente. Como ayer que me vi las manos. No nomás me están cambiando las manos. El cuerpo también, aunque no logro explicar cómo. Cuando creo que ya voy a dar con la respuesta se me escapa la idea. ¿A qué me recuerda mi cuerpo ahora?
Qué alivio que no hubo que avisarle a nadie que el Dandy ya chupó faros. La soledad del Dandy era una de sus fortalezas. El Pitufo y yo revisamos anoche su casa. No había nada de valor, y eso que el Dandy era uno de los mejor pagados de la nómina. Pero eso no nos sorprendió. Ya habíamos estado otras veces en su cantón; todo muy pinche limpio, muy pinche ordenado, pero no tenía ni una buena pantalla, ni muebles chidos, ni acá adornos chingones. Eso sí, tenía un chingo de ropa y zapatos el cabrón. Me acuerdo la última vez que estuvimos en su casa. ¡Bien mamón, el pinche Dandy! Tenía unos libros quesque de arte y nomás nos estaba checando cuando los agarramos. Yo le dejé ahí sus pinches libros feos. Y luego que nos la sentencia el güey: “Si van al baño, nomás a mear cabrones y con cuidado, atínenle a la pinche taza”. Nomás cuidando sus sillones-pinches-feos sin chiste, quesque de diseñador, pinche maricón. Por eso cuando murió el Dandy y el jefe nos mandó a revisar la casa, el Pitufo y yo nos sacamos más de onda. Se veía que no había limpiado en mucho tiempo. Había un chingo de ropa sucia, trastes regados, manchas de sangre, un pinche desmadre. Tenía un mueble junto a su cama, con un cajón con llave. Creí que ahí iba a estar la lana del pinche Dandy. Nanay, nomás el cuadernito arrugado y mugroso. Me lo traje pensando que estaría anotado algún nombre, alguna cuenta, nada, nomás sus pinches loqueras…quién se iba a imaginar que el pinche Dandy tuviera un diario, hasta güeva me daba leerlo…
Septiembre 09, 2013
Cuando me vestí sentí la ropa extraña. La revisé y se veía normal, pero me quedaba apretada. Ahora tendré que comprar ropa nueva. Me gusta verme bien y hacer bien mi trabajo. Por eso el jefe me aprecia. Me confía los trabajos más delicados. No me gustan las cochinadas, trabajos bien hechos, limpios, rápidos; nada de huellas, a menos que el jefe quiera enviar mensajes especiales… No por nada me dicen el Dandy. No pude recordar si usé algo de esta ropa anoche. De hecho, no logro recordar claramente nada… ¿Dónde me mandó el jefe?… ¿Dónde terminó todo?… ¿Volví solo?
Gorgojo: Te cuento esto porque sé que no eres como los demás. No te vas a reír si te digo que estuvo bien raro lo de la muerte del Dandy, tanto, que se me enchina todo el pinche cuero al recordarlo… ¡No te rías pinche Gorgojo! Es neta, no es por el tequila. Ya sé que hemos visto de todo, pero no sé…
Septiembre 21, 2013
Tengo la certeza de que no estoy solo. No encuentro nada fuera de lo normal. No veo nada ni a nadie, pero lo sé. Hay alguien… o algo aquí. Todas las precauciones que tomo no han servido de nada… ¿Qué está pasando? ¿En qué me he equivocado?… Siguen las lagunas mentales. No logro ubicar por completo mis actividades nocturnas, las de mi chamba. Cuando reviso mi ropa, la herramienta, todo está sucio y no recuerdo cómo, por qué. No es mi estilo…
Mira, pinche Gorgojo, te puedes burlar todo lo que quieras culero, pero tú mismo te diste cuenta de que el Dandy ya no era el mismo. El jefe me pidió que lo siguiera y lo vigilara. Creyó que el Dandy lo traicionaba, que trabajaba para alguien más… O eso me dijo, para no decirme lo que realmente pensaba el güey: Yo creo que lo que tenía era preocupación por el Dandy. Sus últimos trabajos eran de lo más cochino, nada de aquellos trabajos limpios que hacía él. Los encargos que le hacían al Dandy eran de gentes importantes, ¡no pinches piojos resucitados como nosotros!, y se necesitaban buenas chambas como las suyas, pero se le pasaba la mano cada vez más… y eso tenía al jefe bien pinche nervioso. Así que lo empecé a seguir, tal como me lo ordenó el jefe, pero el Dandy no era primerizo, mucho menos pendejo, casi me cacha varias veces…
Octubre 23, 2013
Hoy, antes de salir revisé bien la casa. En el camino intenté descubrir a mi acompañante, pero fue en vano todo. Me estacioné en un callejón. Me bajé y llamé en voz alta: “¡Aquí me tienes! ¿Qué esperas?” Me asustó mi propia voz. No se me parecía. Caminé unos pasos. No podía seguir con esa sensación de ser observado, perseguido. No había nada, pero yo sabía que estaba ahí, muy cerca. Escuché un ruido más allá, no donde estaba esa cosa que me persigue, sino del lado opuesto. Alcancé a ver al Pelonchas que me espiaba desde lejos, muy de incógnito según él. Pinche Pelonchas. Ese güey no me preocupa. Es muy pendejo y no es la primera vez que me doy cuenta de que me sigue. Pero no es él, no es él, hay algo más…o ya me estoy volviendo loco.
Una noche antes de morir, el Dandy ya no se veía nada bien. Andaba bien locote el güey. Como de costumbre lo seguí, cada vez me sacaba más de onda su forma de actuar, su saña. Sentía su miedo o su hartazón, ya no sé. Se bajó del carro en un callejón. Se puso a gritar. Yo creí que me había visto. Pensé: “Chingao, este cabrón sí que está cabrón: Ya me descubrió el güey”, y salí un poco, con cuidado. Luego me di cuenta de que no me vio. Era obvio. Tengo mucha pinche experiencia en seguir a la pinche gente sin hacerme notar. El Dandy seguía gritando, pero para el otro lado. Le gritaba al aire, al lado contario de donde yo estaba, con una puta voz que no era la de él, como pinche endemoniado. Si lo hubieras visto se te enchina el pellejo… ¡No te rías pinche Gorgojo!
Octubre 24, 2013.
Ya no aguanto más. No quiero volver a pasar por lo mismo. Anoche no terminé el trabajo. No me sorprende que el jefe me mande espiar. Tengo miedo porque eso está cada vez más cerca, lo siento y sé que cuando nos enfrentemos la lucha será intensa. Además, todo yo estoy cambiado, no sé qué me pasa. Me duele el cuerpo por fuera y por dentro. Tengo pesadillas, dormido y despierto. Estos días he recordado las caras de los muertos, las que ya había olvidado. Yo, que me jactaba de verlos a todos igual, puros cuerpos, materia prima de mi trabajo. Ahora me vienen a la mente claritos, con sus caras de susto, de sorpresa, de terror. Sobre todo los últimos. Con los que me ensañé. He vuelto a recordar detalles que me hacen llorar… ¡Llorar a mí! Los había olvidado. No sé cómo, en qué momento me engolosiné con esas gentes, lo que les hice… ¡No me acordaba! ¡Juro que no me acordaba! Yo, que siempre trabajé limpio, convertido en un vulgar pervertido de mierda… Además, ya no me meto nada, por si es que es eso lo que me pone loco…Tengo que acabar el trabajo de anoche, o el jefe se emputa y así me va, aunque no tengo miedo de lo que me pase, pero no quiero perder mi prestigio. Tantos pinches años trabajando bien, y ahora esto. Tengo miedo, sí, pero de eso.
Déjate de reír, pinche Gorgojo, hijo de la chingada, déjate de burlar o ya no te cuento lo más importante: Cómo murió realmente el pinche Dandy. Yo lo vi… Eso, así seriecito. Pues sí mi Gorgojo, esperé al Dandy afuera de su cantón y lo seguí con cuidado como siempre. Llegamos al mismo pinche callejón de la noche anterior y estacionó el carro. Traía un machete en la mano el muy cabrón, aunque el jefe ya le había dicho que nada de cochinadas. Me quedé observando que estaba muy raro el pinche Dandy; se daba vueltas y hablaba y se reía y se emputaba y le daba de machetazos al pinche aire. Le marqué al jefe porque se me hizo muy raro todo, pero me mandó al buzón, pinche jefe. Le alcancé a ver las manos como deformadas. De pronto empezó a caminar hacia mí. ¡Pinche Dandy! ¡Parecía peor que demonio!, hasta la cara se le veía distinta. Venía gritando: ¡Sé que estás ahí! ¡Déjame en paz!, pero su voz…era cavernosa, como si él estuviera escondido en su propio cuerpo y gritara desde ahí, de muy adentro. Lueguito que saco mi pistola. Dije “Este pendejo ya me vio y tiene miedo el cabrón, pero no me va a llevar, primero me lo llevo yo al culero”. Me tenía como hipnotizado, más cuando lo vi de cerca, con los ojos vidriosos, la mirada perdida… De pronto, me di cuenta de que ni siquiera me había notado… Le vi de cerca las manos, tan pinches grandes y deformes, el cuerpo parecía más ancho, le sangraba la boca, los oídos, le palpitaba la pinche carne… Ya lo tenía cerquita mío, pero no me animaba a dispararle, o más bien no podía, paralizado como me tenía… Levantó el pinche machetote en el aire, lo sostuvo ahí… y entonces pareció tener un pinche momento de normalidad… y entonces sí me vio… vaya que me vio, como nunca nadie me había mirado antes. Yo ya lo tenía centradito, para darle entre los meros pinches ojos de diablo… ¡Cuando se me cayó la puta pistola!… ¡No te burles, pinche Gorgojo hijo de la chingada! Tú te hubieras cagado del puto-pinche miedo… Eso, calladito… Entonces, me dedicó una sonrisa que me congeló la pinche sangre, vi cómo agarraba fuerzas. Las pinches venas que se le salían de la cabeza, los ojos ensangrentados. Apretó más fuerte el pinche machete y lanzó el más emputadamente fuerte, mortal, cabronsísimo machetazo contra sí mismo… ¿Ya no te ríes pinche Gorgojo? Te lo digo una vez más, no fui yo… tampoco fue él… ahí había algo más… Toda la puta sangre y pedazos de los pinches sesos me cayeron encima. Me quise limpiar con la mano y sentí una pinche bola en la cabeza, era uno de los ojos del Dandy, que me miraba… me fijé en cómo había quedado, se me afiguró que sonreía… Luego empecé a vomitar y no podía parar… ¡Íralo cabrón! ¡Que no te burles pinche Gorgojo!